Pensamiento mágico

El hombre es un animal que, para vivir, necesita ilusiones. El animal, no. Por eso los hombres inventaron un cielo inteligible, dioses, paraísos, infiernos y un purgatorio. Han inventado lo sagrado para que el pensamiento mágico pueda circular libremente – desde la secta a la religión pasando por diversos cultos espirituales, intelectuales y filosóficos. Vivimos en el pensamiento mágico. El animal encarna la represión que nos molesta: es como la nariz en medio del rostro, el recuerdo de lo que éramos, somos y seguiremos siendo siempre: un mamífero. De ahí los ritos de conjura de esta animalidad presente en nosotros. En lugar de esculpir nuestra parte animal, la destruimos con vehemencia. La forma de ensañarnos con los animales, el sufrimiento que les generamos, es proporcional a la denegación de la parte animal que todos llevamos en nosotros: cuando un humano hace sufrir a un animal, se regocija de no ser uno de ellos, al menos el lo cree, aunque este hecho no hace más que demostrar la superioridad del animal sobre el hombre: porque si el humano disfruta matando y haciendo sufrir, el animal mata para comer y asegurar la vida y la supervivencia de su especie

Michel Onfray

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